Esa es una historia
Como muchas otras más
Que contaba un abuelo a su nieto
En la ciudad de Tenochtitlán.
Éramos un pueblo dedicado a trabajar.
No es que fuéramos perfectos
Pero se vivía en paz.
La naturaleza nos enseñaba a vivir.
Nos sentíamos hermanos
Dispuestos a compartir la ración de maíz.
Sí, sí, la ración de maíz.
Y llegaron unos hombres
Como en nuestra antigüedad
Y creímos que eran dioses
Que venían a ayudar.
Nos trataron como a perros
Con la excusa de enseñar.
Casi nos exterminaron
Los que vinieron del mar.
¡Ay, Tenochtitlán! ¡Ay, ay!
¡Ay, Tenochtitlán!
Tu madre no pudo resistir la crueldad
De unos hombres cuyo instinto
Nunca tuvo un animal.
Tu padre luchó
Y acabó envuelto en sangre.
Y tu abuela, mi mujer,
Cayó en manos de cobardes.
Hay miseria y hambre.
Sí, sí, hay miseria y hay hambre.
Esta es una historia
Clavada como una espina
Que contaba un abuelo a su nieto
En las ruinas de Tenochtitlán.
Writer(s): Jose Manuel Casan Fernandez
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