Era el fuego que empujaba por la espalda
Al abuelo en el despunte de la luz,
Respiraba en los pulmones de la fragua
Y quemaba en un candil la juventud.
Era el viento en el molino y la estropada
Que en la sangre nos pegaba el corazón;
Era pura voluntad y nos bastaba,
Y sobraban los motivos del amor.
La buscamos hasta perder el aliento
En los libros viejos de cada lugar,
En los mapas y en la rosa de los vientos
Y en el son que cruza el aire al despertar.
Dónde irá la marcha, esa que al andar
Nos alegra el alma con su claridad;
El que la reclame solo no podrá,
Que si no es de nadie de todos será.
Pero un día recorriendo las orillas,
Cuando ya no había esperanza en nadie más
La encontró un viejo tirada en una esquina,
Con su voz la alzó y la puso a caminar.
Desde entonces siempre hay alguien que la toca
Y a nosotros, que sentimos su calor,
Se nos vuela desde el borde de la boca,
De las manos y del parche del tambor.
Aquí está la marcha, esa que al andar
Nos alegra el alma con su claridad;
El que la reclame solo no podrá,
Que si no es de nadie de todos será.
Writer(s): Jorge Enrique Fandermole
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