El alma que siempre vuelve
A los rincones queridos,
A los sitios recorridos
Y al aire que huele a mar.
Mañanas de bicicletas,
Dando vueltas por El Tiro,
Los secretos a la siesta,
En una escapada hasta el río.
Sin olvidar las peleas
En los juegos de barajas,
Los asados en la quinta
O el picado de la cuadra.
Empujados por el viento
Irrumpiendo en la escollera,
Estas historias marean
Como barco en un charquito.
Enorme cielo celeste,
Todo pintado a acuarela,
Esta querida aldea
Que fue guarida y escuela.
En mi memoria silvestre
Sigue volando la arena,
Esta creciente marea
Que de chiquito me lleva.
Tarde de Cine París,
Con tres filmes continuados
Para los días nublados,
Por si aburría la playa.
Toda la prole en casa,
Del barrio, piel de provincia,
Y a saborear las delicias
De mi vieja o de la abuela.
Arboledas de eucaliptos,
Inundando los caminos,
Y el aroma de los pinos
Del divino Paque Lillo.
Esperando el Bondi azul,
Diagonal, centro, hospital,
O del puerto al cementerio,
El paseo final.
Enorme cielo celeste,
Todo pintado a acuarela,
Esta querida aldea
Que fue guarida y escuela.
En mi memoria silvestre
Sigue volando la arena,
Esta creciente marea
Que de chiquito me lleva.
Enorme cielo celeste,
Todo pintado a acuarela.
En mi memoria silvestre
Sigue volando la arena de Necochea.
Writer(s): Rene Ysel Cespedes Duarte, Juan Carlos Subira
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